Thursday, April 13, 2006

El otoño se ha toma el parque...


Los aboles del parque poco a poco se han colocado su traje dorado de otoño. Anoche cayeron las primeras gotas sobre sus alfombras verdes. Ya no son muchos los niños que juegan en ellas, los ancianos casi no camian por sus senderos, ni las parejas se enamoran. Los arboles se van quedando como mudos espectadores del tiempo y del clima. La brisa helada juguetea entre las ramas, arrancado una a una las hojas de los residentes. Ya no hay golondrinas revoleteando y son pocos los cantos. Solo se divisan en gris del cielo las palomas desafiantes. El manto de la noche se deja caer más temprano y en las casas ya se preparan para cobijarse. En los cafés se sirven los chocolates claientes que se toman con manos engunatdas de lana y gargantes cubirtas de bufandas. Los gorros ya son prenda de vestir y los abrigos engalanan cada cuadra. Los edifios grises, muetras su gris más esplendoroso y frio. La música de viste de blues en saxo melancólico y yo de ciudadano solitario. El otoño espera en el parque. Casi silencioso, casi mojado, casi baña en dorado, casi melancólico... el otoño espera. Cuberto de nuebes y a veces de sol casi tibio, el otoño espera... Sentado en banca humeda y casi vacía, el otoño espera... Pero el invierno aún no recibe invitación para vertir al parque de escarcha, pues el otoño espera... y deja pasar los días en la morada del parque que se queda casi vacio de aves y personajes... y el otoño espera.

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